sábado, 19 de septiembre de 2009

Paseo.

Salimos a dar un paseo por el pequeño bosque cercano, un bosque de hayas que en esta época del año lucía sus mejores galas. Colores rojos,ocres y amarillos vestian el paisaje. Era agradable el ruido de nuestras pisadas sobre las hojas secas caídas en el suelo.

Hacía fresco, ese fresco de otoño que obliga a abrigarse e invita a estar junto a la persona querida, abrazados. Soltamos a Pona para que correteara y jugara, algo que le gusta y agradece.

Nos sentamos a la orilla de un pequeño riachuelo que invitaba a un rato de intimidad de dos seres que se quieren y solo buscan el momento propicio para hacer patente ese amor. Pasé mi brazo por tus hombros y te atraje hacia mi para abrazarte, para sentir tu calor, tu olor. Fue tu boca la que se acercó a la mía, ofreciéndome ese nectar sublime que son tus besos.

Nos abandonamos al placer del amor. Mis manos dibujaban tu cuerpo, lo acariciaban, besaba tus labios, esos labios tan bien perfilados que me atraen como el imán al metal, tu cuerpo ese que ansío en todo momento tener cerca, tu, toda tu.

Solo el bosque fue testigo de nuestro amor, amor eterno, amor que no podemos ni queremos ocultar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una mujer como esa y que encima le guste un paseo por el bosque y sentarse en el suelo sin temos a mancharse o a estropearse las uñas?...repito lo que te dije en el comentario de marewyra, ¡¡¡pasamela!!!