sábado, 19 de septiembre de 2009
Amor
Amor,
amor furtivo
que en nosotros
ha nacido,
que quema, que abrasa,
que deja su huella
alli donde pasa,
amor, ya difícil
de ocultar,
que nos hace sentir
vibrar, querer, amar,
amor no estrenado,
que aguarda ahelante
el día señalado,
amor necesario
para llenar el hueco
por otros dejado,
amor que se hace
cada día
más apasionado,
amor sin prisas,
de música nueva
jamás escuchada,
amor de mi Mare
que sufre, que pena,
¡rompe ya la jaula
que a ti te encadena!
y ven a mis brazos
que ansiosos te esperan.
Paseo.
Salimos a dar un paseo por el pequeño bosque cercano, un bosque de hayas que en esta época del año lucía sus mejores galas. Colores rojos,ocres y amarillos vestian el paisaje. Era agradable el ruido de nuestras pisadas sobre las hojas secas caídas en el suelo.
Hacía fresco, ese fresco de otoño que obliga a abrigarse e invita a estar junto a la persona querida, abrazados. Soltamos a Pona para que correteara y jugara, algo que le gusta y agradece.
Nos sentamos a la orilla de un pequeño riachuelo que invitaba a un rato de intimidad de dos seres que se quieren y solo buscan el momento propicio para hacer patente ese amor. Pasé mi brazo por tus hombros y te atraje hacia mi para abrazarte, para sentir tu calor, tu olor. Fue tu boca la que se acercó a la mía, ofreciéndome ese nectar sublime que son tus besos.
Nos abandonamos al placer del amor. Mis manos dibujaban tu cuerpo, lo acariciaban, besaba tus labios, esos labios tan bien perfilados que me atraen como el imán al metal, tu cuerpo ese que ansío en todo momento tener cerca, tu, toda tu.
Solo el bosque fue testigo de nuestro amor, amor eterno, amor que no podemos ni queremos ocultar.
Hacía fresco, ese fresco de otoño que obliga a abrigarse e invita a estar junto a la persona querida, abrazados. Soltamos a Pona para que correteara y jugara, algo que le gusta y agradece.
Nos sentamos a la orilla de un pequeño riachuelo que invitaba a un rato de intimidad de dos seres que se quieren y solo buscan el momento propicio para hacer patente ese amor. Pasé mi brazo por tus hombros y te atraje hacia mi para abrazarte, para sentir tu calor, tu olor. Fue tu boca la que se acercó a la mía, ofreciéndome ese nectar sublime que son tus besos.
Nos abandonamos al placer del amor. Mis manos dibujaban tu cuerpo, lo acariciaban, besaba tus labios, esos labios tan bien perfilados que me atraen como el imán al metal, tu cuerpo ese que ansío en todo momento tener cerca, tu, toda tu.
Solo el bosque fue testigo de nuestro amor, amor eterno, amor que no podemos ni queremos ocultar.
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