Cae la tarde, un lugar mágico, un especial atardecer. Sentada sobre la arena la brisa del mar me acaricia, mece mis pensamientos y deja que mi mente flote entre nubes de ilusión.
La espera se me hace larga, no dejo de mirar el camino que lleva a la cala pero está vacio.
De repente mis ojos ven una sombra a lo lejos, deseo que seas tu que regresas.
Sí, te veo venir acercándote lentamente a donde yo estoy, sin decir nada, solo tus ojos clavados en los mios con una intensidad que hace que mi cuerpo comience a arder. Te sientas a mi lado, cierro los ojos y aspiro tu olor, ese olor que me enardece; siento tu mano sobre mi espalda, recorriendola suavemente, ese toque tan tuyo, tan especial, que hace que una corriente recorra mi espalda haciendome desear que sigas, que no pare tu caricia. No quiero abrir los ojos. No quiero perderme ni un atisbo de las sensaciones que siento. De repente noto tu boca sobre la mía en un beso cálido, tierno, me dejo llevar y mi boca juega con la tuya; tu lengua quiere abrirse camino, la dejo, penetra y se encuentra con la mia acariciándose en un baile húmedo que ambas disfrutan. Una nube me envuelve, ya no siento la brisa, ya no oigo el romper de las olas, solo escucho tus latidos mezclados con los mios que se aceleran poco a poco.
Me vas tumbando sobre la arena sin separar de mi tu boca. No quiero que termine ese momento, seguir sintiendo el peso de tu cuerpo sobre el mio, mientras tus manos, juguetonas, no paran, haciendo que me sienta el centro del universo.
Sigue, sigue amor mío...sigue haciéndome soñar....hasta el alba
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